Desde el principio de la
educación, la docencia ha visto su enseñanza reflejada en el aprendizaje de la
discencia, aunque, por desgracia, no siempre queda clara, ni es justificable,
la motivación que existe detrás de la aplicación de un examen; y, peor aún,
tampoco,
es automático que, ante los resultados obtenidos de dicho examen, se prosiga
adelante (ir más allá del simple acto de calificar), en un verdadero acto de honestidad: después de
todo, siempre podemos re-iniciar.
Enfrentarse a las interrogantes
de cómo saber si el alumno ha comprendido la lección, qué tanto el alumno ya
sabe, cuáles son los factores que ayudan o entorpecen su aprovechamiento, qué
métodos funcionan mejor para medir
dicho aprovechamiento, cuál es el sentido práctico, cuáles los valores,
etcétera; y, además, cómo responder al resultado de la evaluación, nos lleva a
buscar las respuestas a través de las experiencias compartidas por y con otros
docentes; quienes, apoyándose en las teorías derivadas de los distintos
paradigmas educativos, han diseñado y compartido un cúmulo de herramientas para
evaluación, mismas que han sido influenciadas por el boom de las TIC, y que son a las que nos referiremos más adelante.
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